La principal fuente de energía para el cerebro es la sangre que le aporta glucosa, proteínas, oligoelementos, y oxígeno. Se necesita mucho oxígeno en el cerebro para su correcto funcionamiento, por lo tanto, un aire de calidad mejora los niveles de atención y la activación mental.
Otro nutriente necesario es el agua para evitar el letargo y el debilitamiento en el aprendizaje. Debemos evitar la deshidratación en las aulas inculcando a los niños a beber asiduamente.
Algunos fármacos también mejoran el flujo de sangre al cerebro, además de reforzar el funcionamiento cognitivo y la memoria.
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